Desde la primera película del agente secreto más famoso del mundo, James Bond contra el Dr. No, que vio la luz en 1962, el personaje de James Bond se ha caracterizado por una serie de premisas que lo hacen inconfundible y común a a las 20 películas de la saga: elegante, distinguido y seductor. Además de que las películas usaban el tópico de: "rescatar a la chica, matar al malo y salvar el mundo". En 1995, cuando Pierce Brosnan dio vida de nuevo a James Bond en Golden Eye, se produjo un cambio muy importante y visible. La acción había se había incrementado muchísimo, aunque las premisas seguían manteniendose, además de que Bond seguía teniendo el mismo sentido del humor.
Con la última película del súper-agente británico Casino Royale, y de la mano del actor Daniel Craig, cambia completamente el enfoque de las películas.
El nuevo Bond, de constitución mucho más musculosa, más duro en los combates y más despiadado que cualquiera de sus predecesores tiene la difícil misión de asentarse en el MI6 como agente 00. Tras una exitosa misión pero con rudos métodos efectuada se ve obligado a realizar otra peligrosa misión. Ésta le lleva hasta Le Chiffre, banquero de peligrosos terroristas internacionales. Para detenerle, Bond debe derrotar a Le Chiffre jugando al poker con apuestas millonarias en el Casino Royale. A Bond no le hace gracia cuando se entera que una bella oficial del Tesoro Británico, Vesper Lynd, es asignada para entregar su apuesta para el juego y vigilar el dinero del gobierno. Pero, mientras Bond y Vesper sobreviven a una serie de ataques letales de Le Chiffre, se desarrolla una atracción mutua que les lleva hacia un peligro todavía mayor y hacia unas situaciones que marcarán la vida de Bond para siempre.
Es una película que merece la pena ver para los que els gusten este tipo de películas, ya que contiene una gran dosis de acción, lujosos coches humor y un final que te dejará en vilo hasta el final.
El Bond más duro, más listo y mas imponente llega a la gran pantalla. Siéntate y disfruta con sus nuevos atributos.
Miguel Romanos
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